Para los que no estén familiarizados con la gastronomía judía, a grandes rasgos se puede dividir en la ashkenazi o “rusa” / “polaca”, de donde surgen todas las cosas que tengan papa (maravillosa papa) o pescado: knishes de papa, barenikes, guefiltefish o pan de pescado, gran etc; y la sefaradí o “turca”, que tiene muchísimos puntos en común con la turca y la armenia (lajmashin o fatay, baklavá, borrequitas, hummus, babaganoush, cosas con dátiles, frutos secos, masa filo, nuevamente etcétera).
Los bohios son del lado sefaradí, no me queda claro si los turcos y los armenios también los tienen, y son un clásico. Para mi siempre fueron bohios y knishes, tal como morcilla y chorizo.
Son bocaditos, de forma redonda y tamaño variable (los hay enormes y también pequeñitos de copetín), rellenos de acelga y queso duro, y con una masa muy crocante, laminada, también espolvoreada con queso rallado. Saladitos y crocantes, super gustosos. Una sola vez hice, y juré nunca mas (salieron muy ricos, pero fue demasiado demasiado trabajo para mi gusto). Me encanta comerlos con limón (típico si tenés ascendencia sefaradí al parecer), y con unas gotas de Tabasco.
Esta receta surgió una vez casi de casualidad, casi improvisada, como hace 5 años, y ahí quedó. Una tarta que tuviera el gusto y la textura de los bohios, pero que no llevara todo ese trabajo que lleva hacer cosas que son de a muchas unidades. La compartí con mi hermana, a ella le encantó, y me hizo prometerle que le haría una entera para su cumple. Eso nunca sucedió.
Hace unas semanas, me recordó mi promesa, totalmente olvidada, junto con la misma tarta, que nunca más había hecho, y este finde, aprovechando que fue largo y que en el bolsón de la UTT vino un hermoso atado, decidí revivirla: una tarta a base de capas super finitas de masa, intercaladas con aceite y queso rallado, rellena de acelga (cruda) y queso rallado, con una tapa nuevamente laminada. Riquísima!!
No apta para hipertensos, ya que todo el queso rallado la hace bastante rica en sodio, y más que recomendable tener una Pastalinda o simil, porque hay que estirar y estirar la masa, es medio el secreto para que no falle.
No es difícil, solo lleva un tiempito la parte del estirado, y después armarla es casi divertida, tipo rompecabezas.
Se podría reemplazar la masa casera por masa filo por ejemplo, o estirar una masa de tarta tipo hojaldre muy muy finita.
Para los que se hayan tentado de esta extensa intro, les dejo la receta.
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