Budín de Nuez

Para un regalo de cumple me tocó cambiar libros. Mirando en la librería, obvio que llegué a la sección Cocina. Y me encontré con el libro «los Postres del Mundo», de Bernard Laurance, que me conquistó, y me tentó mucho.
Una de las recetas que quise hacer inmediatamente fue este budín de nuez, que era pura nuez (200 gramos de este amado fruto seco versus 60 gramos de harina, y ya), que prometía ser denso, húmedo, power.
Pasaron un par de años sin que se alineen los planetas, hasta que con mi hermana hicimos compra de frutos secos, y de pronto tuve en mi poder medio kilo de nueces para hacer con ellas lo que se me cantara.
Claro que desempolvé el libro y me puse manos a la obra.
Una receta fácil, que modifiqué un poco (un poco menos de azúcar, un huevo menos, un cambio en el licor), que se hace rápido y cuyo resultado es digno de probar.

Para aquellos fanáticos como yo, acá va la receta.

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Torta de chocolate y mantecol con salsa de chocolate, todo en uno

Desde que nació Manuel, a mediados de diciembre del 2020, pasaron dos cosas. La primera, dejé de cocinar. Ahora la cosa es pasar almuerzos y cenas usando el menor tiempo posible. Y debo confesar que las abuelas se pusieron la 10 y nos ayudan un montón.

La segunda, se despertó en mi lo que terminé apodando «El mounstro de la lactancia». Un hambre voraz y siemprevivo, que solo se apaga (parcialmente) con cosas dulces. Y no estoy hablando de frutas. Nada de eso. Harinas, azúcares, grasas a la orden del día. Todo de buena calidad claro! Así que me hice fanática de las donas de Centinela de la Luna, de las cajitas de Martín Iman, y sigo fiel a todo lo dulce que haga Gaby en Hasta La Masa (en especial su lemon pie que es todo lo que está bien).

Pero también descubrí casi por casualidad una receta, tan fácil como revolucionaria, que tuve ahí en la mente hasta que un día la pude hacer. Y luego de nuevo. Porque tiene todas las características de los postres que me gustan: un bizcochuelo de chocolate súper húmedo y denso, una salsa de chocolate y café espesa y potente, y lo que uno quiera ponerle adentro (la receta original es con halva y tahine, yo la hice una vez con mantecol y manteca de maní, la segunda más simple con una pera cortada en trocitos). Y por sobre todas las cosas, en 15 minutos se prepara. Todo junto, salsa y bizcochuelo, quedando una torta espectacular ideal para comer tibia de a cucharadas directo del recipiente (o si no tienen el Mounstro de la Lactancia con ustedes, servida en compoteras 😂).

No digo mas, los invito a probarla y me cuentan!

Basada en esta, la original.

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Sopa Crema de Tomates

Temporada de sopas. Nos encanta la categoría sopa-crema. Siempre usando la misma base, podemos meterle lo que sea y saldrá algo riquísimo (puede fallar, pero poquísimo).
Se hacen rápido, casi solas, son sanas y te resuelven el mediodía.

Esta vez en la heladera habían tomates, así que salió esta. La última vez (hace como 3 años) usé un ají molido muy picante y la arruiné, así que esta fue como una revancha hermosa. Quedó super rica y el detalle de los pancitos tostados a modo crouton le dio un «shocking twist».

Se me ocurre (en proyectos futuros) que usando tomates asados deshidratados debe quedar algo completamente superior. Pero no va para hacerla en 20 minutos.

Para los amantes de la sopa, no para Mafalda, acá va la receta.

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Falso Lomo Saltado

Antes que nada aclarar. Esta no es una receta de lomo saltado (ceci n’est pas une pipe?), el emblemático plato peruano que tan delicioso es. No tiene papas fritas ni cilantro, ni ese ají amarillo tan especial que lleva el original. Definitivamente, no es ese lomo saltado que probé por primera vez en la mitad de la nada en el trekking de Salkantay a Machu Picchu, en una mesa improvisada en unas montañas hermosas un día soleado y perfecto, y donde identifiqué ese sabor fragante del cilantro como típico de la gastronomía de este país que tanto deleita al mundo.

Si es una inspiración, también deliciosa, hecha una noche post-trabajo e intra cuarentena (ambos datos no menores), donde ya quedaban pocas ganas de nada y menos aún tiempo para invertir.

Si tenemos un pedacito de carne cocida o semi cocida (por ejemplo sobrante de un asado) freezada, o lo mismo cruda, el resto de los ingredientes (ají rojo o verde, cebolla, tomate, arroz, salsa de soja y vinagre), suelen estar presentes en los hogares argentinos. Y así resolvemos con un plato riquísimo, sano y con un gustito único que nos puede hacer pensar (casi) que estamos comiendo afuera.

El agregado del repollo, para variar, solo mejoró las cosas.

Así que si se tentaron hasta acá, solo queda seguir un poquito para ver las instrucciones de esta creación, que les aseguro los dejará, a ustedes y a quienes lo prueben, con la panza llena y el corazón contento.

Última aclaración: efectivamente, es saltado y no salteado. 🤷🏾‍♀️

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Palak Paneer – Crema hindú de espinaca y ricota prensada

Cuarentena. Encierro. Desear salir a comer a los «lugares de siempre». Se ve que en estos anhelos lo indio pegó fuerte. Creo que en menos de un mes salió el naan, el butter chicken y el palak paneer. Básicamente lo que siempre pedimos cuando vamos a comer este tipo de comida. Típico, pensar que la próxima vez voy a cambiar, a pedir otro curry; pero llega el momento y me acuerdo de la textura sedosa casi aterciopelada de ese puré de espinacas tan rico, tan lleno de notas de distintas especias, combinado con esos pedacitos de queso ricota que cortan el otro sabor y meten una nueva textura… mojando el pancito, o acompañando con arroz… o simplemente metiendo la cuchara en esas cazuelitas tipo bronce tan lindas y tan mágicas (cuando llegan parece que es poquísimo, después es casi imposible terminar su contenido).

Así que armamos esta receta, después de investigar un poco en internet, palak significa espinaca y paneer es el quesito, y sorprendentemente, es super fácil de hacer. Si tienen ganas pueden hacer el paneer de cero a partir de leche (recomendable, muy divertido!), de esa parte obvio se encargó Claudio, y lo hicimos de una noche para la otra.

Así que si les gustaron las otras dos recetas, o quieren hacer algo rápido y fácil pero realmente delicioso, los invito a seguir leyendo.
Sino, se quedan con la foto.

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Budín de limón y arándanos

Un nuevo budín para el repositorio. El invierno es así… ácido, dulce, esponjoso y húmedo, adictivo? Bueno, no sé el invierno, pero este budincito si.
No tan imponente en porte como los otros, pero creanme, tan tan rico! Especialmente para los fanáticos del ácido ( ). Los arándanos le suman sabor, color, textura, y nutrición, ya que sabemos que es una fruta super sana y que nos hace aportes desde un montón de lugares.

La receta, de tan rápida y mecánica, es casi aburrida… lo que más trabajo nos costará es la ralladura, que podemos tomarlo casi como una terapia (muy cortita).

Preparen mate, café con leche o té y saquen la budinera, hoy se disfruta!

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Tarta de [acelga tipo] Bohio

Para los que no estén familiarizados con la gastronomía judía, a grandes rasgos se puede dividir en la ashkenazi o «rusa» / «polaca», de donde surgen todas las cosas que tengan papa (maravillosa papa) o pescado: knishes de papa, barenikes, guefiltefish o pan de pescado, gran etc; y la sefaradí o «turca», que tiene muchísimos puntos en común con la turca y la armenia (lajmashin o fatay, baklavá, borrequitas, hummus, babaganoush, cosas con dátiles, frutos secos, masa filo, nuevamente etcétera).

Los bohios son del lado sefaradí, no me queda claro si los turcos y los armenios también los tienen, y son un clásico. Para mi siempre fueron bohios y knishes, tal como morcilla y chorizo.

Son bocaditos, de forma redonda y tamaño variable (los hay enormes y también pequeñitos de copetín), rellenos de acelga y queso duro, y con una masa muy crocante, laminada, también espolvoreada con queso rallado. Saladitos y crocantes, super gustosos. Una sola vez hice, y juré nunca mas (salieron muy ricos, pero fue demasiado demasiado trabajo para mi gusto).  Me encanta comerlos con limón (típico si tenés ascendencia sefaradí al parecer), y con unas gotas de Tabasco.

Esta receta surgió una vez casi de casualidad, casi improvisada, como hace 5 años, y ahí quedó. Una tarta que tuviera el gusto y la textura de los bohios, pero que no llevara todo ese trabajo que lleva hacer cosas que son de a muchas unidades. La compartí con mi hermana, a ella le encantó, y me hizo prometerle que le haría una entera para su cumple. Eso nunca sucedió.
Hace unas semanas, me recordó mi promesa, totalmente olvidada, junto con la misma tarta, que nunca más había hecho, y este finde, aprovechando que fue largo y que en el bolsón de la UTT  vino un hermoso atado, decidí revivirla: una tarta a base de capas super finitas de masa, intercaladas con aceite y queso rallado, rellena de acelga (cruda) y queso rallado, con una tapa nuevamente laminada. Riquísima!!

No apta para hipertensos, ya que todo el queso rallado la hace bastante rica en sodio, y más que recomendable tener una Pastalinda o simil, porque hay que estirar y estirar la masa, es medio el secreto para que no falle.
No es difícil, solo lleva un tiempito la parte del estirado, y después armarla es casi divertida, tipo rompecabezas.

Se podría reemplazar la masa casera por masa filo por ejemplo, o estirar una masa de tarta tipo hojaldre muy muy finita.

Para los que se hayan tentado de esta extensa intro, les dejo la receta.

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Risoto de Calabaza

Todas las semanas, religiosamente, en el bolsón de la UTT, en otoño viene un zapallo anco (que me empeño en decir calabaza). Divino, dulce dulcísimo, agroecológico.

Ya hicimos miles de sopas de calabaza de la tía Carola, crema de chocolo y calabaza, soufflé de calabaza, ensalada de calabaza (de mis preferidas)… y honestamente, ya me cansé un poco de todas. Pero el anco está… así que hay que usarlo.

Quería una receta bien de invierno, calentita, contundente, sana, y que tenga el sabor ese tan característico un poco más disfrazado. Que mejor que un risoto, una forma de preparación de arroz bien italiana, en donde este se va cocinando junto a otros ingredientes agregando caldo. El resultado es un plato bien cremoso (a menudo llevará ingredientes grasos que contribuirán a esta textura, como manteca o quesos duros), riquísimo se haga de lo que se haga.

Este es el resultado de esa búsqueda casi espiritual, donde obtuve una cena que fue un éxito (Claudio comió tres platos al hilo, casi un record solo superable por la comida que le hace mi mamá), relativamente sencilla, barata y nutritiva.

Ideal también para tomar de base y jugar con los ingredientes, ya que se puede hacer de espinacas y hongos, con frutos de mar, con azafrán, gran etcétera.

Para los que les haya tentado, aquí la receta…

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Pollo a la Manteca (indio) / Butter Chicken / Murgh Makhani

Seguimos con el viaje gastronómico a la India. Se supone que este plato lo inventó un cocinero de allá al que le había sobrado pollo al tandoor o tandoori (ese horno de arcilla tan de otros lados), y para que no quedara pollo seco (ustedes saben) creo esta increíble salsa a base de tomate, especias y crema, de una textura tan suave que pareciera a base de manteca.

Junto al Palak Paneer (un curry de espinacas y ricota prensada), son mis dps favoritos (tampoco es que me probé todo), pero cada vez que comemos este tipo de comida, no puedo dejar de quererlos.

Es fácil de hacer, como cosa «rara» solo necesitamos la especia garam masala, una mezcla de especias a su vez, que podemos conseguir fácilmente en la dietética, las demás claro que suman pero no son tan protagonistas.

La combinación del pollo marinado, que ya tomó sabor, luego cocido y dorado, mezclado con una salsita de tomate, es maravillosa. Por supuesto que la crema hace que todo quede más rico… plato ideal para lucirse con algún comensal en el que se tenga particular interés, o para hacer algo distinto en esta época de cuarentena.

Si pudiéramos y estuviésemos especialmente motivados, terminar mojando un naan en la salsita no tiene precio. Sino, solo con arroz también es increíble.

Les dejo la receta!

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Naan (pan chato indio)

Nunca fui a la India. Me encantaría en algún momento poder conocer, paisajes y gastronomía. Algo que si se es que tienen un montón de tipos de pan, y un montón de panes chatos (algunos de los más escuchados, o que sirven en los restaurantes indios acá, son por ejemplo, el rotti, el chapati, o el naan).

El naan me llegó casi de casualidad, creo que vi una receta en internet, hace muchos años, y me encantó porque tenía yogurt, miel, y cilantro. Y obvio, las fotos eran divinas. Así que hice, medio sin saber ni cómo era el «original», y estuvo tan rico que una noche salió una cena con amigos interconectados que incluía curry de cordero (con el curry directamente traído de la India), arroz basmati (también algo nuevo para mi, todo elegante, largo y fragante), y mi aporte, el naan.

Los indios lo hacen en el tandoor, una especie de horno en el que pegan los discos de masa cruda en las paredes hasta que se asan, pero esta receta obviamente no, y su forma de cocción es a la sartén, de modo que es práctica, rápida y hasta divertida, porque vemos todo el proceso de transformación en nuestras narices.

Obvio que la receta está adaptada, me gusta que es rápida, lleva ingredientes que en general tenemos en casa, y se pueden hacer sustituciones.

La masa es pegajosa, pero si mantenemos siempre una capa de harina entre la superficie en la que se apoya y la que la toca (mesada, manos, palo de amasar), no vamos a tener problema.

Así que si les tentó, anímense, es fácil y realmente vale la pena probar estos pancitos chatos con gustos a otros lugares, y viajar por un ratito, aunque sea desde lo sensorial.

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